He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

miércoles, agosto 30

Vidrios rotos en la vereda
no son
como estrellas.

Un mareo, cierta urgencia
taxis negros y amarillos entre los demás autos
que van por la avenida.

En otra parte
estoy segura
hay un lugar
una habitación sin puerta
ni paredes
con ruido a agua que corre.

Un río que no suena como el tránsito.

martes, agosto 29

a veces, la gente que me busca no se equivoca.

viernes, agosto 25

—Ma, ¿sabías que Fabricio dice que el sexo es una súper modelo?
—Se habrá confundido, quizá una súper modelo es sexy...
—Y Luciano dice que el sexo es hacer el amor en la cama.
—Bueno, es algo así ¿no?
—¿Y por qué en la cama? Puede ser en cualquier lado...

(risas-telón)

jueves, agosto 24



















¿cree ud que la gente que piensa menos es más feliz?

martes, agosto 22

Hay sueños malos. Hay sueños moralmente cuestionables pero sensorialmente satisfactorios. Los sueños malos son los otros. Por ejemplo, tu jefe te manda a tirar al río los cuerpos de tus compañeros de oficina.

Me despierto pensando en una lista de listas a confeccionar: de gastos, de objetos perdidos, de compras, de llamados.

Leo en mi cuaderno "objetivo principal de las vacaciones: diluir la sensación de cosas-pendientes".

Es evidente que las vacaciones terminaron.

viernes, agosto 18

El acto escolar fue por momentos peronista pero también conmovedor. Y con el himno me emocioné, creo que por primera vez.

Estábamos todos: el padre, el tío su hermano, las tías mis hermanas, Santa Rosa de los cuidados y él, aunque diga que brillé por mi ausencia.

martes, agosto 15

UN GATO EN UN PISO VACÍO
por Wistawa Szymborska


Morir, eso no se le hace a un gato.
Porque qué puede hacer un gato
en un piso vacío.
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado
y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido
pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.

Se oyen pasos en la escalera,
pero no son ésos.
La mano que pone el pescado en el plato,
tampoco es aquella que lo ponía.

hay algo aquí que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.
Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está.

Se ha buscado en todos los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado.
Incluso se ha roto la prohibición
y se han desparramado los papeles.
Qué mas se puede hacer.
Dormir y esperar.

Ya verá cuando regrese,
ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar
de que eso no se le puede hacer a un gato.
Se irá hacia él
como si no lo quisiera,
despacito,
con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.

lunes, agosto 14

Durante un tiempo breve y por suerte remoto, estuve enamorada de un jefe que tenía. Era casado. Fueron los únicos meses de mi vida en que no odiaba los lunes.

Sin duda, me quedo con el mal humor de hoy (de noche soy feliz).

miércoles, agosto 9
















El origen del miedo es impreciso, difícil de comunicar. Antes de dormir el niño pregunta por mis miedos. "ah, cosas reales", contesta con cierta desilusión. Sus miedos tienen colores más vivos, más brillantes, dibujan formas que no son de este mundo.

Puedo localizar en el tiempo el último de mis miedos infantiles. Ya tenía dieciséis años, en realidad, pero la naturaleza del sentimiento pertenece de manera neta a la infancia.

Estábamos con mi familia en el campo de mi abuelo, durante las vacaciones de invierno y una noche algo, alguna cosa sin nombre sin forma pero decididamente presente, una certeza funesta y más temible por imprecisa, entró en mi habitación.

Miraba el cuadro de la virgen en la pared, escuchaba los perros aullando, pensaba en mi abuela, trataba de dormir, escuchaba su voz, temía su muerte o la de alguien, olor a tragedia inminente, un rumor en el aire de la noche. Esperé a que llegara la mañana, confiando en que la luz del sol iba aliviarme, dormí después del amanecer pero al día siguiente las cosas no mejoraron. Algo apocalíptico e incomunicable parecía seguir conmigo en todas partes. Esa tarde carnearon un cordero y cuando los cerdos se acercaron a hundir la nariz en las vísceras embarradas, apartando las hembras a las crías para llegar a saciarse, tuve que irme.

Sólo después del tercer día fui capaz de contener mi ánimo. Al cuarto, mis padres que habían ido al pueblo a la mañana dijeron ?prendé la tele? y ahí estaba: el derrumbe, los muertos que no se veían pero se contaban, la amia en mil pedazos por el aire, me avergüenza decirlo pero fue como un alivio. El horror tenía nombre y tenía forma, se había vuelto real y por eso asustaba menos.

De vuelta en Buenos Aires, el miedo se negaba a retirarse. Mi casa de entonces, en la que todavía viven mamá y hermanas, está en frente de una enorme escuela de la cole. El fantasma de las bombas me perseguía y los argumentos que invoqué en mi ayuda no llegaban o no eran suficientes. Que nadie atacaría un colegio, que los atentados no se repiten todos los días en la misma ciudad, que podríamos no estar en casa cuando pase. Nada. El dolor de estómago volvía a la noche.

La redención fue inesperada y no hubiera sido tan efectiva de no haber contado con un viso de ridiculez. La noticia en el diario decía "Familia muere aplastada bajo un balcón mientras esperaba el colectivo". Si eso no es un antídoto contra cualquier pretensión de prever la fatalidad, que alguien me lo explique.

No es que un dolor inesperado no pueda estar en cualquier parte, esperando; es que no hay forma de saber dónde. A veces un problema que no tiene solución deja de ser un problema.

martes, agosto 8

Migraciones y mudanzas, del monoambiente al palacio frente al mar y de vuelta a casa sin las cosas listas en quince días, arena en los zapatos y en el piso.

Una idea pendiente, sobre el origen del miedo y sus antídotos.

La advertencia del I Ching con dos meses de anticipación: los inferiores ocupan los puestos superiores. Ahora frente a mis ojos, el dictamen, no aceptar halagos de quienes no están a la altura.

La fuerza se autorepliega y prima el silencio. Que el cielo y los abrazos del cielo de mis ojos nos protejan.