Hay sueños malos. Hay sueños moralmente cuestionables pero sensorialmente satisfactorios. Los sueños malos son los otros. Por ejemplo, tu jefe te manda a tirar al río los cuerpos de tus compañeros de oficina.
Me despierto pensando en una lista de listas a confeccionar: de gastos, de objetos perdidos, de compras, de llamados.
Leo en mi cuaderno "objetivo principal de las vacaciones: diluir la sensación de cosas-pendientes".
Es evidente que las vacaciones terminaron.
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