Al grito de araca la cana, descartamos la evidencia. Lo que no pudimos quemar en la chimenea ni corría por el inodoro, lo tiramos por la ventana. Roland me miraba con cara de ¿es necesario? pero no esperaba respuesta.

Desde el principio fue así: si había un secreto a voces él le ponía nombre y apellido. ¡¿cómo pudiste poner los apellidos, corazón?!

Que tal está enfermo, que cual tiene veinte novias, que la señorita de aquí tiene las tetas caídas, que la señora de allá se revuelca con su jefe en horario de almuerzo. Todo cierto y verdadero, el pueblo quiere saber de qué se trata, el pueblo quiere reírse de otros pero nunca de sí.

Los mismos que festejaban en privado las bromas que no los tuvieran por objeto, se rasgaban en público las vestiduras y pregonaban la defensa de la privacidad y el honor.

Cuando les llegó el turno de verse retratados vino el contra ataque. Agresiones verbales, innumerables usuarios anónimos batallando a favor y en contra. Mensajes elaborados o vulgares, explícitos o sutiles, fanáticos y detractores. Después llegaron las amenazas de veras. Señores "escritores" avalando el castigo físico como escarmiento necesario y hasta un homónimo de Chabán que se tomó la molestia de publicar un blog solo para molestarnos. A los dos pero más a él. Por último, la indiferencia. Como bien advirtiera Quintín en los TP, el nombre de Garrón fue desapareciendo de las distintas listas que adornaba, sin que esto hiciera disminuir su popularidad. Quienes lo admiraban visitaban su casa esperando respuestas y quienes lo aborrecían lo visitaban incluso con más frecuencia.

Finalmente, la Ley. Fue hermoso mientras duró. Love can get you killed, pero el amor a la verdad puede arruinarte la vida. ¿Defenderse o huir? Bajar el perfil y aprender a ponerle nombres nuevos a la gente. Ponerle el nombre de la cara que tiene. La señora mal cogida pasa a ser La Bruja Malvada del Oeste y el académico cuyo nombre no merece mácula será Dr. Jekyll.

Seguiremos transmitiendo desde Guantánamo.