He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

lunes, mayo 8

Llegando a la oficina, el amigo-compa me increpa, hace gesto de sacar la billetera del bolsillo, dice: ¿querés que te de plata para quitaesmalte? No. Quiero que me des plata para un dentista de verdad, si me vas a ofrecer así.

¿puedo pensar-en, hablar-de otra cosa, cualquier cosa que no sea dolor de muelas, dolor en el maxilar el hueso y la concha de la lora?

Tres consultas en dos semanas. La última una inepta pinchó cinco veces la boca, dos el paladar, tres el nervio. Sepan que parí sin lágrimas pero esta vez lloré.

En el trabajo me río. Leo y me río. Existió el glamour y la gente que dolía de veras, todo el tiempo, como una muela podrida en la conciencia.

[Testimonio de Carlos Belloso, en Te lo juro por Batato:

"(...) Nadie podrá olvidar el homenaje a Niní Marshall. En la primera fila del teatro estaban Carlos Grosso, Julio Bárbaro, Cernadas Lamadrid, Horacio Salas, rodeando a Niní, además de mil personalidades y todos los medios. Había un clima de respeto, casi pesado. Actuaron primero Antonio Gasalla, Cecilia Rosetto, nosotros, hasta que entró Batato y todo el mundo del camarín salió a verlo. Al principio efectuó una danza suave y a la vez espasmódica. En un momento de su concentración comenzó como a centrifugar el escenario y hacía unos movimientos de danza ahora sí perfectos, pero de pronto cortó para decir que iba a recitar un poema escrito especialmente por Alejandro Urdapilleta. Se largó con Sombra de conchas. Había que ver la cara de Carlos Grosso, que se iba hundiendo de a poco en su butaca. Niní Marshall parecía atónita, incluso deslumbrada cuando en un momento la señaló mientras recitaba: 'Y a usted, concha famosa...', Niní se rió a carcajadas. Ya la mitad del público lo quería linchar, pero la otra mitad estaba de pie ovacionándolo, algunos se trenzaron entre ellos, sólo faltaba que todo el mundo atacara a todo el mundo. Batato salió con custodia policial, parecía Jim Morrison..."]