He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

domingo, mayo 21

(...) la profesionalización a la que tiende el mundo del arte y que tiene sus aspectos buenos, trae también aparejada una especie de orden oficinesco, ¿no es cierto? O sea, el artista es gestor, pero ahora en el sentido de gestor municipal o llenador de formularios, que ahora tampoco se llama formularios sino applications. Yo mismo me encuentro de golpe haciendo cosas así horribles, como llenar esos papeluchos que es lo que más detesto en mi vida, pero parece que ya no se puede vivir en esa otra época en que no había que llenar nada.

(...)Yo sé que es muy anticuado lo que estoy diciendo, pero insisto en eso y pienso que cuánto más nos alejemos de esa bohemia, cuanto más vayamos a esa labor un poco rutinaria de hacer arte y de la forma de vivir y de relacionarse con los artistas, es menos probable que los artistas detenten el poder que es propio de ellos. Es que también, al entrar en uso forzadamente de las prácticas y exigencias del mundo "normal", diurno, secular, se están abandonado mucho más que costumbres licenciosas. Se está perdiendo un elemento de poder del arte, me parece, que es crear formas de vida, formas de mirar muy diferentes al promedio, que se alejan totalmente de lo habitual. Son excepcionalidades, son locuras, son singularidades, son individualidades, son todo lo que aparece cuando no debería aparecer, cuando no hay ninguna razón para que a alguien se le ocurra eso y aparece. Ése es el poder de los artistas. Y más se parece, en cambio, a la obediencia y a la domesticación que finalmente anula el sentido mismo de la esfera artística como espacio imaginario autónomo de la sociedad burguesa; y por lo tanto termina hasta siendo inútil para la propia sociedad burguesa que generó esa esfera autónoma donde se supone que hay una libertad que no se da en las otras partes. Si también esa zona libre, digamos privilegiada, que la burguesía acepta, queda sometida a las prácticas institucionales burocráticas, de buen sentido, "normales", si desparece la "bohemia", la risa, la posibilidad de hacer a la mañana una joya y por la tarde un manifiesto y por la noche una obra colectiva, los valores centrales del "arte", tal como históricamente ha llegado hasta nosotros, se extinguirán.

(Roberto Jacoby, en Liliana Maresca. Documentos)