He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

martes, abril 25

En el patio, de madrugada canta un grillo. Hay que sacarlo de ahí por el bien de todos. ¿Querés que vaya y lo mate? Trae mala suerte matar un grillo, pero diez minutos de grillos bastan para pensar igual lo que se dice suerte tampoco tengo. Ruido de puerta, silencio de grillo ¿lo mataste? No puede verlo pero se calló. Cinco minutos de silencio, otra vez grillo, puerta, silencio. Ese grillo ya no cantará ¿lo mataste? Ya no cantará. Dos minutos de silencio: canta. Esta vez voy yo.

En una mancha del suelo del patio, grillo acorralado, yo inmóvil. ¿Lo mato? Trae mala suerte. Traeme un vaso. Eso, lo tapo con el vaso y no canta. ¿asfixiarlo en un vaso no es matarlo?, sí, mejor traeme el colador. Esta mañana lo dejé ir.

Al final me hubieras dejado que lo mate ¿no? No es que vos no pudiste hacerlo, es que querías la mala suerte para mí. ¿Qué? No. Además no creo en eso. Ese grillo era la voz de la conciencia. Claro, querías que otro la mate, para vos tampoco oirla. Para nada. Y entonces ¿por qué no mataste vos mismo la conciencia para que nos deje dormir? Porque salí a buscarla dos veces en la oscuridad, y no la encontré.