He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

viernes, marzo 17

Las sábanas
Sobre la cama, deshechas, una montaña de ropa sobre una silla, libros alrededor de la cama. Un equipo de música apagado. Una computadora encendida. Un almohadón en el suelo, unas margaritas casi secas en un
enorme
vaso
de plástico
rojo.
Las gotas cayendo como el sonido de la fatalidad
la parte del mundo que no pudiera detener
con las manos.

En la habitación de al lado tres parlantes enormes y desconectados, un tocadiscos que hace ya demasiado que no toca-discos. Unas cuarenta o cincuenta cajas de películas y películas sin cajas apiladas bajo la única orden de mantener el equilibrio; una máquina de escribir que no funciona, cuatro sillas de playa, un sillón verde-moho, una tabla sostenida sobre dos bancos. En el suelo cajas, papeles,
un vaso
transparente
de plástico
con cinco dados adentro,
varias fotos.
En la mesa: sal, vino, pan.
(Un paquete de galletitas abierto con tres galletitas todavía)

Más allá de los muros,
las paredes,
un pollo que se pudre en el recipiente de alimento para el gato
una babosa pegada a la bolsa del cereal.

Una fina capa de polvo sobre el desorden, cubriéndolo
(pero
y
también)
consustanciándose en el ser de todas las cosas.

La suciedad y el caos: el precio.

Aquí
me pregunto: ahora, en este momento
¿quiero limpiar o quiero vivir?

Quiero desayunar
caféconlecheconmediaslunas todos los días,
quesopodridoconvinotinto todas las noches,
ver el mar cada tanto.
mojarme en la lluvia, a veces.
Y no llegar tarde más
a los lugares
nunca.