He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

jueves, septiembre 15


notas en los márgenes


Igualó cinco dados en tres tiros dos veces seguidas. No podía tratarse de una buena señal, pero en realidad había empezado mucho antes.

Quería eso: escribir sobre el azar sin sacar conclusiones ni volverse mística.
Dar cuenta del mecanismo mágico y al mismo tiempo predecible, porque al final las explicaciones de tinte lógico tampoco clarificaban las cosas.
Bajo el humo del cigarro que sostenía leyó: El poder de lo grande, y se regocijó porque había preguntado secretamente sobre su capacidad de contar historias. Si tenía de veras algo que decir.

El augurio era enorme pero la advertencia también:

"Cuando alguien se atreve a avanzar demasiado, llega a un punto muerto desde el cual no puede desplazarse ni hacia adelante ni hacia atrás, y todo sólo sirve para complicar más todavía las cosas. Con semejante obcecación se mete uno en dificultades insuperables."

Desde entonces las historias sobrevuelan pero no aterrizan, ninguna parece digna de verse. Confunde el naranja furioso de los tachos de basura con los chalecos de los policías de la calle y se pregunta si eso es en sí mismo una idea.

Quisiera poder rezar como antes, cuando era chica y confiaba, entonces el insomnio no existía, como no existían lo que no se puediera nombrar. Pero ya no cree en sus plegarias y no se arrodilla para intentarlo. Quisiera dar cuenta del furor de su cuerpo, saber si se estimula para sentirse anulada o anular los sentidos.

***

Las historias son siempre las mismas:

-madre atropella a gato de hija con el auto. Fue un accidente pero siempre lo había odiado. Madre siente juntas culpa y alivio, hija desea muerte de madre. Muere padre (que se llamaba igual que el gato)

-Chica sale con chico y gusta del mejor amigo de novio. Sabe que no se debe. Amigo de novio le tira onda y ella agarra viaje. Novio se pelea con chica pero no con amigo, ella tiene que cambiarse de colegio.

-Dos personajes con el mismo nombre se encuentran accidentalmente después de muchos años en la calle. Se cuentan la vida. No se sabe muy bien quién habla por momentos. La confusión es la protagonista del cuento.

-Treintañera psicóloga un poco aburrida lleva a su hijo pequeño a la calesita y cruza sistemáticamente miradas de fuego con el chico que ofrece la sortija. Un día lo ve con una campera que dice en qué año egresó de la escuela secundaria y se da cuenta que le lleva quince años. Todos los días se toca y piensa en él. Nunca llegan a hablarse, después él consigue otro trabajo y ella deja de ir.

-Familia de narcotraficantes pierde a su hija dilecta en un atentado y secuestra una chica de bajos recursos para "reemplazarla". Le dan su ropa, su cuarto, sus cosas, la llaman por su nombre ¿ella acepta? Tiene un hijo de dos años al que extraña y trata de llevar a su nuevo hogar, como sea.

-La última es un hombre que vive en el subte. ¿Es homeless? ¿es rico y pierde su tiempo entre andenes y vagones? No sabemos. Busca al amor de su vida entre la gente. Sabe que es clishé y no le importa. Sabe que podría reconocerla en cuanto la viera pero entonces ¿qué haría? ¿y si ella no lo nota, que están hechos el uno para el otro? No tiene respuestas pero sí título. Va a llamarse: Horas bajo la tierra.

***
Las notas se juntan en los cajones pero pocas veces salen.

Hay vértigo y miles de hielos que se derriten en vasos, hay ceniza y espera, hay cartas, hay manos que recorren su cuerpo, suyas, de otros, hay noches en que duerme desnuda pero no hay palabras que digan sus historias.