He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

lunes, septiembre 19

La mujer embarazada que tropieza llega a apoyar las manos un segundo antes que su cuerpo golpee el piso, se levanta despacio y traga sus lágrimas. El susto no merece su llanto, sólo los hechos.

La beba que estira las manos con los ojos abiertos y sonríe, se deja hamacar por una voz desconocida, huele dulce y ácido y es muy suave, tanto como no recordaba fuera posible.

La señora que baja del colectivo con un chico dormido en brazos y el carro en la otra sigue sonriendo cuando el carro se cae y dice gracias cuando alguien la ayuda. Se disculpa pero no lo siente. Su sonrisa habla por ella.

Yo sé lo que quieren de mí
que el alma se me ablande como un papel mojado
que me emocione viendo propagandas de mayonesa
que me deje llenar el cuerpo de hijos.

No.
Por una vez no voy a caer.
Conozco el capítulo que sigue.