He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

sábado, agosto 27




Registro de la semana

I
Por Junín de camino a Corrientes, cinco perras enanas raza perro, iguales pero de distintos colores, confunden el flamear de mi tapado verde con el disparo de LARGADA. Tan veloces como es posible avanzar con piernas de treinta centímetros, se aventuran a la esquina. Atrás de mí, una mujer a media voz y con los dientes apretados dice "no, pelotudas". Levanta el tono, lo dulcifica al punto de parecer la madre de los Ingalls y vocifera "chíiiiiicas...". Las chicas no vuelven. Grita sus nombres de mujer, los cinco seguidos, no recuerdo en qué orden pero fue algo como
—Camila, Roberta, Laura, Antonia, Estela, ¡¡¡Vengan para acá!!

Podría decir que vuelven tan rápido como fueron. Pero mentiría, vuelven más rápido.

II
Así como se suele confundir ingenio con inteligencia, se tiende a no distinguir entre vanguardia y mera estupidez. Centro Cultural que se pretende vanguardista enrolla una bicicleta alrededor de un palo de luz, ilumina la bici, y dice que es "la galería del poste". Las próximas intervenciones contemplan la pegatina de folletería especialmente preparada para la ocasión. Comentarios aparte, el centro es de la uba y se sabe que la policía no entra ahí. Parece que una denuncia anónima los habilitó por un momento. Adentro, dos sacan a relucir el uniforme en un muy poco creíble acting de la eficiencia-al-servicio-de-usted. En la puerta, otros dos, con cara de Jefe Gorgori después de un alunizaje forzoso, miran la bici. Les falta inclinar un poco más la cabecita y babear. Por lo demás, son de caricatura.

III
La lógica del ejercicio de la prepotencia me suele irritar. En la oficina, alguien llama a, por ejemplo, editorial Sudamericana (por nombrar una de las que no le regala libros ni a la madre del autor), dice las palabras mágicas "Es para una nota de eñe", a los diez minutos le responden el llamado y al día siguiente le mandan un ejemplar de LO QUE SEA QUE HAYA PEDIDO. Antes de conocer la cadena de los hechos, digamos, después de presenciar el primer llamado, le digo (al que llama)
—qué horrible cuando te ponés en periodista patotero
—periodista patotero resulta —responde más tarde, libro en mano, sonrisa en boca.

Antes del final del día se me comunica que luego de un arduo proceso de selección (quién no podría negarse a ir un sábado a la tarde por ser tan irregular en el cumplimiento de su horario que no puede quejarse de nada) he sido seleccionada para informar al potencial público estudiante-secundario de qué se trata el funcionamiento de la empresa.

¿Yo qué les digo? ¿acá la plata no se roba pero se malgasta por negligencia?
¿el Estado nacional admite y respalda el empleo en negro porque baja los costos?
¿cuando faltan un par de millones el de Hacienda renuncia, se va a su casa y nunca se sabe?
¿la inercia es la más fuerte de las fuerzas que dominan todo sistema, todo individuo, todo ser?

¿Vuelvo en colectivo o en subte?

En el camino algo se me va a ocurrir.