He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

lunes, agosto 1

El niño Iwan me había dicho. Tuve que llegar a ver su documento para saber que se llamaba Iván y me llevaba nueve años. Yo tenía catorce. Él me llamaba su novia cuando estaba conmigo, aunque el acceso carnal no le era concedido. Un año duramos y cuando yo entraba en la adolescencia me empezó a parecer cada vez un poco más careta. Esa era la palabra que usaba en ese momento. Nos vimos algunas veces en el tiempo que siguió y después, cuando yo ya tenía como veinte y un hijo, él se puso de novio con mi prima. Me alegré por ellos. Un día vinieron a visitarnos a casa y cuando nos despedimos hubo uno de esos raros errores de cálculo donde el tradicional mejilla con mejilla torna imprevisto boca contra boca. Nos reímos nerviosos los tres. Ellos no siguen juntos, en octubre mi prima se casa, con otro. Después, él alquiló su departamento. Se fue a dar la vuelta al mundo, tardó tres años, volvió hace uno y ayer otra vez se fue. A Nueva York, dos años piensa quedarse. Careta le decía yo. Una sola vez nos acostamos.