En un día prefecto
a) Uno no tiene que madrugar.
b) Uno no se olvida de ir a buscar a su hijo al cumpleaños del amiguito.
c) Uno no llega a su casa para darse cuenta de que el padre de la criatura (al que le damos generosamente acceso a nuestro hogar para que cuide a su hijo) se llevó del escondite secreto uno de los dos porros que quedaban en todo capital federal.
Hoy, sin duda, no fue un día perfecto.
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