He pedido peras al olmo. Las saboreo. Son deliciosas (IG)

miércoles, abril 6


¿Llegar tarde a todas partes es una vocación inamovible o Karma de otra vida?

Ayer por fin casi lo logro. El padre de la criatura viene a tiempo para cuidarlo y que yo llegue temprano a trabajar. Pero cuando voy llegando a la boca del subte algo súbitamente me detiene. No le di un beso antes de irme. A mi hijo. Debe ser la primera vez en siete años. Es verdad que todavía dormía cuando salí, él no va a notarlo. Entonces bajo la escalera con cierto apuro y un dejo de tristeza. He de llegar todavía a enfrentar a la boletera antes de darme cuenta que también me olvidé la plata (toda) y la tarjeta, en la otra campera.

En mi trabajo voy a estar con media hora de atraso. Es mejor que los cincuenta minutos de la última vez y peor que lo deseable. Vuelvo corriendo y pensando: las cosas que hago por un beso.

Hoy de nuevo. Me levanto con tiempo suficiente como para colgar la ropa, hacer la tarea, preparar la comida y salir tranquilamente hacia la escuela. Pero el tranquilamente se ve de súbito interrumpido por el hecho de notar que el guardapolvo quedó en casa de mamá. Taxi a la casa de mamá, y en ese trayecto notar de pronto, entre la fugacidad de otros pensamientos, que hemos dejado la mochila en casa. ¡otro taxi a casa a buscar la mochila y otro taxi de casa a la escuela! ¡donde obviamente estamos llegando tarde!

Los taxis entre todos suman diez pesos y por suerte diez pesos no me hacen ni más rica ni más pobre. En el segundo trayecto además, el chofer equivoca el camino, se disculpa diciendo que tiene la cabeza en otra cosa. Señala la puerta chocada y dice: quinientos pesos me sale arreglarla. No se preocupe, le digo. Yo también tengo la cabeza en otro lado. Por eso llego tarde a todas partes.