"Animales sin yunta dan vuelta a la tierra y detentan su rumbo a mi fantasía, que también da la vuelta a la tierra, pero en sentido inverso, lo que origina grandes confusiones."
¿Vieron qué fácil es arreglar problemas de los otros y cuántas casualidades con o sin sentido nos regala la vida?
Pongamos el ejemplo de una oficinista A que sale a dar una vuelta manzana en busca de la inspiración y cuando está a punto de fumársela en plena calle se encuentra con una ex compañera de estudios B. A y B fueron amigas bastante cercanas. No las separó nada en particular sino el tiempo y la falta de lugares en común. Pongamos que A y B tienen el mismo nombre. O sea, Natalia se encuentra con Natalia. Y cuando Natalia pregunta "cómo estás" en lugar de "bien" dice: "te cuento". Y le cuenta que en sus relaciones anteriores ella buscaba el amor a través de la posesión y que ha llegado a un momento de su vida, después de terminar una relación larga y difícil, en que empieza a notar que la cosa va por otro lado. Natalia se sorprende, ella también estuvo sacando unas conclusiones parecidas los últimos meses. Entonces Natalia le pregunta a Natalia por qué tiene el ojo morado. "Me llevé un poste por delante" dice ella, y agrega que iba con alguien de la mano, que sí iba mirando para adelante y que tuvo que haber visto el poste, pero no la detuvo. Ellas hablan un rato. Natalia le cuenta toda una serie de sucesos y Natalia le hace un pronóstico claro y conciso de su situación. Como ve todo de afuera puede explicarle con total naturalidad lo que a Natalia le pasa y como va a terminar la cosa si sigue por ese carril. Terapia de humo y vereda hasta que Natalia dice que ahora va a encontrarse con él. Te acompaño, dice Natalia, mi jefe ya se fue.
Mientras caminan hacia la casa del compañero de Natalia (el que no la salvó del poste y no puede cuidar ni a un potus), ella dice "Si no está, no está, tiene que ser una señal del destino". Natalia responde que a ella también le gusta resolver lo que no tiene solución a través de la explicación mágica del mundo. Que las casualidades son la fuerza que nos rige en realidad y que no importa si le llaman dios o causalidad, el hecho es que funciona. Y cuando llegan hasta ahí, hasta la casa del compañero de Natalia, Natalia nota que ella conoce esa puerta. Lo dice con más cautela "conozco esta cuadra, ¿tu amigo vive en esa ventana?" "Sí" "Mi amigo Naza también vivió acá, hace tiempo. Y sabés qué es lo más gracioso -agrega Natalia- que hace dos días tuve una conversación con otra persona sobre volver por azar a casas que uno ya conoce y encontrarlas ocupadas por gente nueva pero también conocida".
Su amigo abrió la puerta y yo me fui.
No tengo idea de qué signifique que nos llamemos igual, que conozcamos a personas que habitan las mismas paredes, que nos hayamos contado la vida en diez minutos después de no vernos en cinco años. Seguramente nada. Pero estoy segura que a ella le gustó. A mí también.
Ojalá se repita. Sería una casualidad encantadora.
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